El escritor César Nicolás Penson incluyó este episodio en su obra Cosas añejas (1891), convirtiéndolo en un símbolo de los horrores atribuidos a la ocupación haitiana. Según su relato, soldados haitianos asesinaron al padre de las jóvenes, don Andrés Andújar, y luego atacaron a sus hijas.
Sin embargo, investigaciones posteriores han identificado a los asesinos como Pedro Cabial, Manuel de la Cruz y Alejandro Gómez, delincuentes comunes que fueron juzgados y condenados por las propias autoridades haitianas. Esto ha generado un debate sobre el uso del caso como símbolo político y la manera en que la literatura ha moldeado la percepción histórica.
Este relato ha sido ampliamente difundido en la educación dominicana y en el imaginario nacionalista, mezclando hechos reales con interpretaciones políticas y emociones colectivas.
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