Por Claudio Caamaño Vélez

Procuro leer siempre los comentarios en mis publicaciones de Facebook, y en lo posible responder. Recientemente alguien preguntó: “¿Me gustaría saber cuál es el país que quiere Caamaño Vélez?

¿En cuál almohada teórica e ideológica descansa su cabeza? ¿De qué alimento político se nutre su alma?”. Luego de responderle, entendí que debía ampliar esa respuesta:

¿Qué país quiero?… Uno donde se cumplan las leyes; leyes que el pueblo se dé a través de verdaderos representantes; donde nuestros recursos sean usados para nuestro desarrollo, y las riquezas fruto del trabajo de nuestro pueblo sean revertidas en servicios.

Un país con crecimiento económico real y distribuido.

Un país de derechos y oportunidades.

Hablar de ideologías es un lujo que aún no nos podemos dar; cosas muy básicas debemos resolver primero. Independientemente de ideologías, todos queremos más seguridad ciudadana, mejores servicios de salud, mayor institucionalidad, justicia independiente, democracia verdadera…

La corrupción no es de derecha ni de izquierda, es un mal sin ideología.

Deseo fervientemente un país donde las leyes nos traten igual a todos; donde haya igualdad de oportunidades. Que el que quiera esforzarse más, disfrute los logros de su dedicación; pero que todos tengamos salud, educación, seguridad y acceso al trabajo. ¿Es eso mucho pedir? ¿Es acaso una utopía inalcanzable?

Es entendible que haya algunos más ricos que otros; lo triste es que algunos tengan todo, y otros no tengan nada. Admiro que la gente prospere con su trabajo, lo reprochable es que hagan fortunas robándole al pueblo.

La corrupción roba oportunidades a pobres, y también imposibilita que prosperen las iniciativas empresariales. La corrupción afecta a los de arriba, a los de abajo y a los del medio: solo beneficia a los corruptos y sus socios… La corrupción no tiene clase social.

Es momento de caminar unidos. De unir nuestras manos con fuerza y determinación. Ya llegará el momento de dirimir nuestras diferencias, pero es un lujo que ahora no nos podemos dar.

Miremos al futuro con el corazón lleno de esperanza. Sonriamos a la vida y actuemos con determinación. ¡Vamos, unidos se puede!

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