"Bruce ha estado experimentando algunos problemas de salud", ha informado la familia. La enfermedad está afectando a las "habilidades cognitivas" del actor



Hay frases que definen una vida entera. O varias. O todas. El "Yipi ka yei, hijo de puta" lanzado por Bruce Willis en 'La jungla de cristal' es una de ellas. O, mejor, es la frase. Son todas las frases. Nadie ha sido capaz decir tanto con el recurso, incomprensible a todas luces, de no decir absolutamente nada. No decir nada, y decirlo todo. Puestos a las metáforas más o menos fáciles, bien podría ser éste el mejor resumen de una de las carreras cinematográficas más fascinantes y, en efecto, alérgicas al sentido. Privilegio sólo de los grandes.

Que Bruce Willis anuncie, como hizo el miércoles a sus 67 años, que deja de actuar, en realidad, no es noticia. Nunca lo hizo. Ni le hizo falta. Pero sí es noticia, y muy dolorosa, que deje de hacer cine. El matiz importa. De repente, un trozo de la memoria de todos, la mejor parte de ella, se ve comprometida. "Yipi ka yei, hijo de puta".

La familia del actor anunció por medio de un comunicado que abandonaba el cine por problemas de salud. El texto rezaba (pues como tal hay que leerlo, como un plegaria): "Bruce ha estado experimentando algunos problemas y recientemente se le ha diagnosticado afasia, que está afectando a sus habilidades cognitivas", afirmó su hija mayor, Rumer Willis, en sus redes sociales. "Bruce deja la carrera que tanto ha significado para él". La afasia es un trastorno del lenguaje que se caracteriza por la incapacidad o la dificultad de comunicarse mediante el habla, la escritura o la mímica y se debe a lesiones cerebrales.

El texto seguía: "Este es un momento de gran desafío para nuestra familia". "Estamos muy agradecidos por su continuo amor, compasión y apoyo. Pasamos por esto como una unidad familiar sólida y queríamos compartir la noticia con sus fans porque sabemos cuánto significa él para vosotros, al igual que vosotros para él".

Sea como el inolvidable John McLane asaltarrascacielosy bien jodido de matar, sea como el evanescente Malcolm Crowe en 'El sexto sentido', sea como viajero del tiempo tanto en '12 monos' como en 'Looper', sea como el demente Butch Coolidge en 'Pulp Fiction', sea como el novio imposible y nunca consumado de Cybill Shepherd en 'Luz de Luna', a Bruce Willis siempre le bastó y le sobró con ser sencillamente Bruce Willis. "Yipi ka yei, hijo de puta".

Su retirada le coge, como aquel que dice, en plena actividad. En 2021 protagonizó (o casi) hasta siete películas. Y si hacemos caso a la web IMDB, le quedarían por estrenar hasta diez. Una de las últimas, Cosmic Sinle ha valido, todo sea dicho, el Premio Razzie a la peor interpretación. La bofetada viene en el galardón, no hace falta escenificarla. Y él, como toca, inmutable. Privilegio sólo de los más grandes. "Yipi ka yei, hijo de puta".

Repasar su filmografía es como pasear por un auténtico campo de minas. Por cada título, una revelación, mil memorias tan íntimas como descaradamente culpables. Son centenar y medio de películas desde 'Cita a ciegas', en pleno fragor de los 80, a 'Moonrise Kingdom', por citar una de sus más elegantes interpretaciones. Y de por medio, no ha habido superhéroe mejor que él en la imposibilidad de serlo. David Dunne en El protegido, deNight Shyamalan, nos obligó a leer el género que ahora agobia la cartelera de la única manera sensata. Y El gran halcón. Y El color de la noche. Y El quinto elemento. Y El desayuno de los campeones. Y hasta Armaggedon. Y Algo pasa en Hollywood. Y todas, una a una, de las citadas dos párrafos más arriba. Ningún calvo tan orgulloso de serlo. "Yipi ka yei, hijo de puta".


Fuente: El Mundo

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