La falta de progresos en la invasión coincide con el inicio del período de reclutamiento, que comienza el viernes y en el que se piensa incorporar hasta 134,500 reclutas para que sirvan un año


Con las fuerzas rusas empantanadas en Ucrania, muchos jóvenes rusos se muestran cada vez más preocupados por la posibilidad de ser reclutados para ir al frente de combate.

La falta de progresos en la invasión coincide con el inicio del período de reclutamiento, que comienza el viernes y en el que se piensa incorporar hasta 134,500 reclutas para que sirvan un año.

El ministro de defensa Sergei Shoigu dijo esta semana que los nuevos reclutas no serán enviados a zonas de combate ni a “sitios peligrosos”. Sus palabras, no obstante, fueron recibidas con escepticismo por muchos rusos, quienes recuerdan que en las guerras con los separatistas de Chechenia en la década de 1990 murieron miles de reclutas mal preparados para el combate.

“No les creo cuando dicen que no van a enviar a los conscriptos al combate. Mienten todo el tiempo”, declaró Vladislav, un joven de 22 años a punto de completar sus estudios universitarios, que teme ser reclutado apenas saque su título. Pidió que no se usase su apellido por temor a represalias.

Todos los rusos deben servir un año en las fuerzas armadas entre los 18 y los 27 años, aunque muchos evitan ser reclutados por razones médicas o porque consiguen aplazamientos por estar estudiando.

El porcentaje de jóvenes que evitan ser reclutados es particularmente alto en Moscú y otras ciudades grandes.

El presidente Vladimir Putin y los altos mandos dicen que no hay reclutas involucrados en lo que describen como una “operación militar especial en Ucrania”, pero da la impresión de que muchos de ellos han sido tomados prisioneros por los ucranianos. Circulan en las redes sociales videos de rusos capturados en Ucrania, incluidos algunos en los que se los ve llamando a sus padres.

La madre de uno de los prisioneros dijo que reconoció a su hijo, un recluta de 20 años, en un video a pesar de que tenía los ojos vendados.

“Lo reconocí por los labios, por su mentón. ¡Lo hubiera podido reconocer por los dedos!”, expresó la mujer, que pidió ser identificada solo por su primer nombre, Lyubov, por cuestiones de seguridad. “Lo amamanté. Lo crié”.

El ministerio de defensa tuvo que retractarse y reconoció que algunos conscriptos fueron enviados a Ucrania “por error” y fueron capturados mientras formaban parte de una unidad de abastecimiento, lejos del frente de combate.

Hay denuncias de que, antes de la invasión, se obligó a varios reclutas a firmar documentos diciendo que aceptaban ser enviados al frente de batalla, al que van teóricamente solo los militares de carrera y los voluntarios. Algunos de los soldados capturados dicen que sus comandantes les dijeron que participarían en ejercicios militares, pero que repentinamente se encontraron peleando en Ucrania.

Lyudmila Narusova, miembro de la cámara alta del parlamento ruso, sostuvo a principios de marzo que los 100 integrantes de una unidad fueron obligados a firmar esos contratos y fueron despachados al frente de combate, y que solo cuatro sobrevivieron. Las autoridades militares no respondieron a esa denuncia.

Svetlana Agapitova, comisionada de derechos humanos de San Petersburgo, dijo el miércoles que familiares de siete soldados le habían escrito diciendo que sus parientes habían sido obligados a firmar un contrato y enviados a Ucrania en contra de su voluntad. Indicó que dos de ellos estaban de vuelta en Rusia.

En años recientes el Kremlin trató de reforzar su aparato militar incorporando más soldados voluntarios que firman contratos. Las fuerzas armadas cuentan actualmente con un millón de efectivos y 400,000 soldados con contratos. Si la guerra se prolonga, esa cantidad tal vez no sea suficiente.

En caso de que el gobierno tratase de incorporar más gente, podría generar un enorme malestar, como ocurrió durante la guerra en Chechenia.

Dimitry, un experto en informática de 25 años, tiene una prórroga por razones médicas. Pero de todos modos teme que se anule esa exención y se lo llame a filas.

“Odio la guerra. Es un desastre total”, declaró Dmitry, quien también pidió que no se usase su apellido por temor a represalias. “Me asusta la posibilidad de que el gobierno cambie las reglas y de que me recluten. Por meses dijeron que no atacarían Ucrania. ¿Por qué les voy a creer cuando dicen que no van a reclutar más gente?”.

Hay quienes sospechan que el gobierno puede prohibir a los hombres salir de Rusia y obligarlos a pelear, como hicieron en Ucrania.

El gobierno niega contemplar esa posibilidad, pero abunda el escepticismo entre la población.

El Nuevo Diario.-

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