Por Claudio Caamaño Vélez
Cuando Luis Abinader aspiraba para el 2020, sabía que de ganar encontraría un ambiente difícil: corrupción, deuda, falta de institucionalidad, etc.
Precisamente asumió ese compromiso para cambiar el rumbo de nuestro país, que galopaba al precipicio. Ante las adversidades hay quienes huyen, hay quienes se quedan mirando, y están quienes deciden luchar.
En plena campaña llegó la pandemia del Covid, con consecuencias estimables, pero imprevisibles. Luis Abinader se arremangó y siguió adelante, sabiendo que la verdadera lucha ya no sería ganar, sino mantener a flote nuestro país y recuperar la economía.
Luego de la victoria electoral vino otra gran lucha: contra la cultura política. Si bien había cambiado de gobierno, la mentalidad de los políticos aún no entendía que el cambio iba más allá. Teniendo que poner a prueba su compromiso de “tener amigos, pero no cómplices”.
La guerra entre Rusia y Ucrania vino a ponerle la cereza a este amargo y desafortunado helado.
A pesar de todo esto, y de muchas cosas más, el presidente Abinader ha gestionado nuestro país de una manera magistral, recuperando nuestra economía, controlando la inflación y mandando mensajes claros. En lugar de buscar excusas, ha trabajado en las soluciones.
Confieso que me ha sorprendido. Cuando le apoyé en 2020 lo hice más por sacar al PLD, por eso entré al PRM, pero ahora lo apoyo por lo que veo que está haciendo.
Me siento muy orgulloso de ser parte del gobierno del presidente Abinader. Eso me ha permitido conocer de cerca su compromiso, que a veces pone a prueba las capacidades humanas en sus incansables jornadas de trabajo.
Éxitos Presidente. Que sus éxitos son el éxito de nuestro pueblo.
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