Muchos de estos vehículos fueron adquiridos por Panda Auto, una empresa similar a Uber que operaba en 12 ciudades chinas y contaba con 4 millones de usuarios y 25,000 autos eléctricos.
En 2016, Panda Auto se asoció con Lifan para expandir su flota. Sin embargo, en su ambición de desarrollar un servicio de automóviles autónomos, enfrentaron un fracaso tecnológico en las pruebas realizadas en la ciudad de Chongqing.
Este revés fue el inicio de una crisis financiera que culminó con la quiebra de Lifan a finales de 2020. Geely adquirió Lifan, pero no incluyó a Panda Auto en su plan. Con deudas por 4,000 millones de dólares, Panda Auto también se declaró en quiebra y liquidó activos, dejando una flota de 20,000 autos eléctricos abandonados a merced del clima.
Aunque sucios, estos vehículos permanecen nuevos tirados al absoluto abandono.
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