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Por Mariano Abreu

Cuando vemos diariamente los acontecimientos que en las redes sociales, en la radio y en la televisión se difunden, podemos ver que algo se perdió en nuestra sociedad y que esta generación es y será el último vestigio de una sociedad que antes era sensible, respetuosa y educada.

Prohibiciones absurdas a personas que desean predicar el evangelio en los espacios públicos, uso de cocaina en pleno camino de un cortejo funebre, intento de sacar la biblia de las escuelas, entre otras cosas totalmente sorprendentes.

¿Que nos pasó? 
¿Por qué en lugar de auxiliar a las personas que se accidentan, lo que hacen es ir a robarles? 
¿Que nos pasó?
¿Por qué las clevas han asaltado el congreso? 
¿Que nos pasó?
¿Por qué seguimos votando por los mismos corruptos de siempre?
¿Por qué no despertamos de un letargo tóxico? Cómo aquel vehículo en el garaje de una habitación de un motel que desprende poco a poco su monóxido de carbono, haciendo que las personas caigan en el último punto de su existencia.

Lo que nos pasó fue que nos despegamos de Dios, lo dicen las canciones de *reggaeton* impulsando el mal vivir, la vanidad y la delincuencia.

Lo que nos pasó fue que nos olvidamos de servir para querer ser *servidos*, nos olvidamos de aportar y lo que pedimos es que nos aporten.

La sociedad en que me toca vivir se ha convertido en insensible, en indolente, alcanzando los niveles más alto de falta de creencia en sus instituciones, tales como la iglesia, los partidos, los militares,etc 

¿Hacia donde nos dirigimos? ¿Que debemos cambiar?

Evidentemente que debemos volver a lo básico (back *to* basic), a cultivar y criar en valores, a proteger nuestro hijos de la transcultura obscena e irrespetuosa, no nos dejemos convencer de que así es la juventud y así son los nuevos tiempos, no son así en otras sociedades como la Alemana, la Sueca, entonces si se puede.

Mi pueblo ya no ríe como antes, ya no sueña cómo antes, su juventud se pierde poco a poco entre Hookah, alcohol, drogas y música desclasada.

La población estudiantil que logra graduarse no encuentra trabajo digno, le doblamos a los indicadores latinoamericanos en el índice de desempleo, en los últimos lugares de lecto-escritura, lectura comprensiva, matemáticas.

Los maestros hoy ganan mejores salarios que nunca no obstante estar menos preparados que nunca.

No soy catastrófico ni alarmista pero el futuro que veo me alarma y les confieso que si no hacemos algo al respecto será catastrófico e incierto.

Las transformaciones, los cambios, el avance tecnológico, los jóvenes, la revolución, mezclado con el hastío, la desconfianza, el desengaño y la firme convicción de que para que las cosas cambien deben liderarse los cambios, en países como Francia (Macrom),  España (Podemos, Ciudadanos), Chile (Frente Amplio)

Nuevos candidatos, nuevos movimientos, nuevas estrategias, nuevas tácticas hacen que este cambio en el ajedrez político internacional se coloque por encima, o en algunos casos, compita desplazando a los partidos y políticos tradicionales.

Sus nuevas armas: Mítines, análisis personas a personas explicando su programa, un trabajo exquisito de sus redes sociales, el discurso con propuestas, entre otras cosas.

Recientemente la encuesta Barómetro de las Américas indicó que “para el 83.9 por ciento de los encuestados, por lo menos la mitad de los políticos de la República Dominicana están involucrados en la corrupción” lo cual nos refleja un hastío en los políticos tradicionales.

Me parece más interesante aún que como resultado de esa reciente encuesta Barómetro de las Américas “Cultura Política de la Democracia en la República Dominicana y en las Américas, 2016-17: un estudio comparado sobre Democracia y Gobernabilidad arrojará que sólo algo más de un tercio de los dominicanos confía en las elecciones (34.8%), sin embargo, la participación electoral continúa siendo elevada lo cual lo indica un estudio elaborado por el Latin American Public Opinion Proyect (LAPOP) de la Universidad de Vanderbilt con apoyo de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec) indicando que, para las últimas elecciones presidenciales, los entrevistados reportaron una participación electoral de 81.2%, lo cual parecería una incongruencia y mucho mas si le adhiere que solo el 20.4% de los dominicanos confían en los partidos políticos.

¿Cuál es la lectura de estas cifras? ¿Cómo podemos interpretar estas conclusiones?

1. Los dominicanos y dominicanas han perdido la confianza en sus líderes políticos y en los partidos, es evidente que gran parte de esa decepción esta intrínsecamente ligada a la corrupción que los políticos que han asumido el poder, sin importar el partido o el origen del político han presentado en las últimas décadas.

2. Los dominicanos y dominicanas, a pesar que solo un poco más que un tercio cree en el proceso electoral, entienden que la única manera de posicionar personas que representen sus intereses es yendo a las urnas (81.2%)

3. Hay un tercer elemento: los tres partidos principales del sistemas (PLD, PRM, PRSC) en la actualidad están enfrentados en procesos internos donde han demostrado que tan “honesto”, “de palabras” y “responsables” son, traicionándose, incumpliendo sus acuerdos y difamándose entre ellos mismos.

De lo anterior puedo colegir que con un escenario así, una fuerza nueva o una coalición de fuerzas, pudiera surgir con un discurso apegado a los cambios en materia de justicia (madre de las injusticias en RD), inmigración (dolor de cabeza y preocupación actual) y un trío que van de las manos: Pobreza, Inseguridad y Corrupción. 

Evidentemente reenrutando el sistema de salud pública y sanidad del país así como propuestas y programas para mejorar y actualizar el sistema de educación de nuestra nación.

La otra opción es que uno de los actores nuevos de esos mismo partidos tradicionales puedan crear una fuerza interna seria y con diferenciación: ¿Manuel Crespo? ¿Carlos Peña? ¿Faride Raful? , entre otros, que sea capaces de retornar la confianza en sus partidos y que ellos como políticos serios enarbolen discursos y acciones de cambios.

¿Estoy soñando? No, y si así lo entienden, espero que un día usted sueñe conmigo.

Mariano Abreu
Consultor de Imagen Pública

A la vista de los acontecimientos, estamos ante la presencia de un laxante político que a la corta o a la larga terminará pulgando a políticos y empresarios corruptos que le han hecho daño a nuestro sistema político, incluso cercenando, por la aplastante inversión mediática y clientelista (que solo ellos pueden poseer) la posibilidad que otras figuras pueden emerger en el espectro político dominicano.

El costo del laxante, usted puede considerarlo alto o bajo, pero si lo piensa bien, la inversión durante todos los años republicanos donde la corrupción ha estado a la orden del día, de seguro ha sido el costo del laxante (Caso Odebrecht) a la "n" potencia siendo un exponencial muy alto el que el pueblo ha pagado en el sostenimiento de una estructura judicial, organismos fiscalizadores y entidades que deberían velar por la ética y el cumpliendo de las normas prudenciales de compras y contrataciones en el estado haciendo que quién la viole sea juzgado y condenado por ello, lo cual hasta la fecha no ha ocurrido.

Le deberemos a Odebrecht habernos presentado a los corruptos tal como son, sus métodos, sus cómplices, sus rostros.

Le deberemos a Odebrecht mostrarnos que la corrupción no tiene color preferido de partido.

Le deberemos a Odebrecht haber unido a un pueblo que entendió que esta fue la tapa del pomo.

Le deberemos a Odebrecht mostrarnos que en otros países de Latinoamérica pasa lo mismo pero caen presos hasta sus presidentes.

Le deberemos a Odebrecht mostrarnos que en esos países no sólo los corruptos caen preso también los corruptores caen presos.

Les deberemos a Odebrecht que los que vengan o sigan dirigiendo la cosa publica, el Estado, sepan que no están por encima del bien y del mal, pues un día la espada de Damocles puede caer sobre sus cuellos.

Le deberemos a Odebrecht que los dirigentes de partidos emergentes se lo piensen bien y de pregunten si realmente tienen la honorabilidad y el compromiso social para enrutarse en la toma del pode por las urnas, ser elegido, administrar el estado y no caer en otro Odebrecht.

Le deberemos a Odebrecht que nos mostraran cuales partidos aceptan financiamientos de campañas sin transparentar los mismos y  en franca violación a leyes establecidas que rigen los mismos, evidenciando que sus compromisos políticos sin al mejor postor y ese nunca, para ellos será el pueblo que les brindo su confianza.

Le deberemos a Odebrecht develar en manto de algunos periodistas, comunicadores y comunicólogos que desde sus diferentes tribunas se han unido a este entramado nauseabundo de corrupción prestandole un flaco servicio a sus lectores, televidentes, radioescuchas y cibernautas, liquidando su honorabilidad y prestigio, si es que alguna vez lo han tenido.

Al final si me preguntan a mi, esas facturas que les hemos pagado a Odebrecht me parecerá a muy buen precio (aunque nos robaron esos AZAROSOS) pues me parece que valdrá cada centavo que se llevaron a cambió de lo precedentemente expuesto.

Por Mariano Abreu
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