Por Claudio Caamaño Vélez

El COVID-19 ha afectado al mundo, no solo la salud, también la educación, las relaciones humanas, y sobre todo la economía. Un fenómeno que ha alterado la vida de la humanidad.

Con la creación de vacunas, y su rápida distribución, hemos empezado la lucha final contra esa pandemia. Tal vez en poco tiempo el coronavirus sea solo un amargo recuerdo.

Pero hay otra pandemia, más fuerte, que afecta nuestro sistema de salud: el negocio de las ARS´s y la falta de escrúpulos de centros de salud. Es tan peligrosa que es capaz de convertir un derecho humano en un negocio privado. Mata más personas que el SARS-COV-2.

Es una pena que las mascarillas y el alcohol no puedan hacer nada con esta otra pandemia, y que los laboratorios no estén trabajando en su vacuna.

Solo se cura frenando la ambición y el lucro desmedido de sectores cada vez más poderosos. Y eso solo se consigue por dos vías: voluntad política o movilización social.

¿Es tan difícil entender que el negocio de unos pocos no debe estar por encima del bienestar de la inmensa mayoría? ¿Es tan complicado darse cuenta que la salud es (o debería ser) un derecho y no un negocio?

Todos los sectores de la “salud” están organizados: clínicas, ARS´s, médicos, etc. Los únicos que no lo están son los usuarios, es decir, nosotros. Quizás por eso tocamos la peor parte. 

Tal vez sea momento de organizarnos, como lo hemos hecho con otros temas donde al final se nos ha tenido que escuchar.

Vamos a esperar que superemos esta pandemia, y sin perder tiempo, a enfrentar la otra.


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