Por Claudio Caamaño Vélez
El sistema electoral está regido por leyes, y las leyes las elaboran congresistas que son elegidos a través del sistema electoral, quienes suelen acomodarlas a sus intereses. Esto provoca que el derecho electoral sea uno de los más injustos y de más lenta evolución.
Es como si las leyes penales fueran elaboradas por delincuentes (tal vez no sea un buen ejemplo).
Una de las evidencias de las injusticias del sistema electoral dominicano es el método D´Hondt para la distribución de escaños plurinominales (regidores y diputados).
Uno pensaría que, si existe voto preferencial para regidores y diputados, deben resultar electos quienes obtengan más votos. Por ejemplo, si en una demarcación hay cuatro diputados, los cuatro candidatos más votados. Pero no es así, de hecho, hay casos donde el más votado de una provincia no ha resultado electo, y otro con menos de la cuarta parte de los votos sí ha resultado… Así de aberrante es.
Este sistema de distribución beneficia a las mayorías y castiga a las minorías, favoreciendo la concentración del poder.
Esta es una de las tareas pendientes en nuestro sistema electoral. Esperamos que se considere su eliminación y que, como manda la Constitución, el voto sea directo, resultando electos quienes más votos hayan sacado.
Tener leyes electorales justas no es tan fácil cuando las injusticias las padece el que no tiene el poder para cambiarlas, y cuando tiene el poder ya no le son injustas.
Es bueno que miremos el caso del PRD, PLD y PRSC, una vez tenían todo el poder, y ahora se quejan de aquello de lo cual antes se aprovechaban.
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