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Por Claudio A. Caamaño Vélez

La victoria de Trump puede parecer una sorpresa, pero es fruto de un elaborado trabajo de marketing político. Tal vez veíamos a ese candidato como "un loco viejo", pero las cosas que hacía eran finamente planificadas.
Su discurso xenófobo podía desagradarnos. Pero a los norteamericanos que se han visto desplazados; a los que ven como el Estado tiene que dar servicios a muchos inmigrantes ilegales, en perjuicio de la inversión en los ciudadanos. Para ellos ese discurso era muy bien recibido.

Arremetió contra los inmigrantes ilegales, pero esos no votan. Incluso, muchos inmigrantes que son ciudadanos norteamericanos se han visto perjudicados por la inmigración ilegal.

Su discurso era inhumano, pero fuertemente nacionalista. Y claro, un país que mata, que arrasa con naciones, para extender su red de explotación, era entendible que prefiriera lo nacional por encima de lo humano.

Así mismo su planteamiento de que sacará las empresas norteamericanas de los países donde están para llevarlas a EEUU puede molestarle a los de afuera, pero le agrada a los de adentro, que son los que votan.

Los ciudadanos norteamericanos que con sus impuestos financian guerras, que envían con orgullo a sus hijos a invadir otros países, no les importa mucho que se arruine el mundo mientras ellos puedan estar mejor. Es cierto que vivimos en mundo globalizado donde el problema de uno le llega al otro, pero ese pueblo no conoce mucho de eso, el norteamericano prometido es inculto, fruto de un sistema educativo que lo ha hecho así.

Trump es un ejemplo del uso eficiente del marketing político. Y ese fenómeno debe servir para que entendamos la importancia de hacer una política más científica.

No siento simpatía ni por demócratas, ni por republicanos, al final la política exterior norteamericana es la misma historia de explotación y abuso. Se ha mantenido invariable desde que iniciaron con su expansión imperial.

Estados Unidos nunca resolverá nuestros problemas, todo lo contrario, es nuestro principal problema.

C.C
@ClaudioCaamano

Por Claudio A. Caamaño Vélez

Apropósito de: el ultraje a la Constitución, el fraude electoral, las plantas a carbón, el aumento del salario de los congresistas, la botellita de agua, el encaje de Banreservas, el alza de los combustibles, los tucanos, la subida del peaje, el aumento de la factura eléctrica, y tantas otras barbaridades.
El pueblo dominicano no es indolente, actúa a su propio ritmo. La historia no me deja mentir.
Con frecuencia escucho decir "ya no hay hombres como en 1965", argumentando que en aquel momento el pueblo abrazó su propio destino en una demostración de valentía y determinación increíbles. Pero les pregunto a ustedes ¿dónde estaban esos hombres y mujeres cuando le dieron el golpe de Estado a Bosch? ¿donde estaban cuando asesinaron a Manolo? ¿Será que habrán nacido en esos dos años? ¿Estaban en el extranjero?
El pueblo dominicano resiste, resiste y resiste, y parece que su capacidad de soportar no tiene límites... Pero lo tiene, y cuando se levanta lo hace con una energía imparable, indomable, incontenible.

Este pueblo que fue capaz de enfrentar tanques y aviones, y combatir al imperio más poderoso que ha conocido la humanidad, ¿qué no será capaz de hacer cuando decida que ya está bueno?

Es cierto que estamos falta de líderes, eso es lo de menos. Este pueblo ha demostrado que es capaz de en cuestión de horas construir sus propios líderes.

¿Qué que estamos esperando? Yo, al igual que muchos, muchísimos, estamos esperando la señal. Esa que solo sabe el colectivo cuando y como darla, y que cuando se produce nadie la para.

Esos que se creen invencibles no son nada, su poder no está en las masas ni en las armas. Se basan en una falsa institucionalidad que ellos mismos han creado, pero que su propia naturaleza la hace frágil, endeble, pírrica. Cuando el pueblo se lance tomará esa institucionalidad y se la pasa por las nalgas.

De tanto que han abusado que han ido olvidando la verdadera naturaleza de la fiera que maltratan, la más indomable que hay en toda América. Pero ese pueblo, lejos de lo se cree, no olvida, sabe bien dónde están sus verdugos, y cuando despierte de ese sueño se los comerá a todos.
C.C
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Por Claudio A. Caamaño Vélez

Que paradójico ver a Reinaldo Pared acusar a alguien de cometer actos en contra de la institucionalidad ¿Cuál institucionalidad?

Recordar que quien acusa a Eddy Olivares dirigió uno de los mayores ultrajes a la Constitución. Bajando líneas partidarias a los que deben representar al pueblo; y de paso destruyendo la democracia interna de los partidos, reservando candidaturas a los que apoyaran el ultraje a la Carta Magna.

¿Qué Eddy Olivares tuvo parte en los incidentes escenificados en las juntas municipales? ¿Cuales "incidentes"? ¿Los justos reclamos en contra del fraude electoral más asqueroso que conoce la historia dominicana? Quienes sí tuvieron parte fueron los que montaron ese fraude que tiró al suelo lo poco que quedaba de democracia.

Con el magistrado Olivares no tengo más lazos que los derivados del respeto mutuo. Pero quedarse callado ante los atropellos a la dignidad de una persona es ser cómplice, y Dios me libre de ser cómplice de la mafia política que ha destruido la institucionalidad de nuestro país.

Nada dura para siempre, la arrogancia y altanería no les lucirá el día que tengan que dar cuentas, por qué las darán, eso lo pueden tener por seguro.
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